Resultó que el sendero antes conocido había cambiado su recorrido, y ahora iba más a la izquierda, pues la tierra había cedido, estaba lleno de piedras y no se podía pasar.
Pero después del esfuerzo, con los brazos heridos y el pelo de leona convertido en bruja, Jon y yo nos dimos la mano y pudimos andar por él, y ese mismo esfuerzo dejó paso a la satisfacción de ver el camino recuperado y de poder pisar su tierra negra. De avanzar en él con la emoción de un trabajo bien hecho y la sensación que queda mucho por hacer....
Este escrito no es simbólico, es real, pero muy bien podría serlo. Que cada una se lo haga suyo a su manera.
Pero volvamos al pelo de leona convertido en bruja.....
Algo deberíamos hacer con él...
Pensé en ponerle una horquilla....
Y luego se me ocurrió hacerle una coleta...
Pero luego ví un pasador de pelo y pensé.... y por qué no? Pero no sabía cuál elegir...
Hasta que al final pensé... va, para una brujilla, qué mejor que una flor.
y así, con la flor en el pelo, encontramos el camino, y disfrutamos en él.
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